jueves, 13 de marzo de 2014

Calabaza Mate (Lagenaria siceraria)

Calabaza en crecimiento
Calabacines recién cuajados
    Hoy nos dedicaremos a presentar a la gran estrella de muchos calabaceros: el mate, o como se la denomina en su clasificación botánica, Lagenaria siceraria. Pertenece a la gran familia de las cucurbitáceas y se diferencia de otros zapallos domésticos, por ser de otro género (Lagenaria); y tener algunas características particulares, como ser el color blanco de sus flores, cuando en la mayoría de las calabazas la flor es amarillo-anaranjada; el olor característico de sus hojas y, la cualidad más importante para nosotros, es que al madurar y secarse, nos queda una hermosa calabaza de corteza gruesa, ideal para hacer artesanías, utensilios, recipientes, instrumentos musicales e innumerables obras de arte, todo gracias a la calidad de su madera. 
Flor femenina (con fruto)
Flor femenina (estigmas)
Flor masculina (anteras)
    Esta hermosa planta tiene, como otras cucurbitáceas, flores masculinas y femeninas. Éstas últimas son las que producirán las calabazas, siempre en cuando hayan sido polinizadas.
Flor masculina (sin fruto)
 Como puede observarse en las imágenes, hay diferencias bien notables entre las flores masculinas y las femeninas. Las masculinas tienen en su interior lo que se llama "anteras", que es donde podremos observar el polen, que mediante agentes polinizadores como insectos, llegará a los "estigmas" de la flor femenina y producirá la fecundación haciendo que crezca el pequeño fruto que se encuentra bajo dicha flor. Hacemos esta breve introducción de la polinización ya que más adelante hablaremos un poco acerca de la polinización manual, muchas veces necesaria cuando deseamos mantener la pureza de alguna variedad. Si bien gran parte de las flores femeninas son fecundadas, son muy pocas las que realmente terminan formando una calabaza viable, que llegue a buen término madurando correctamente. Hay que comprender, que una planta puede alimentar correctamente unas pocas calabazas, que serán por supuesto las que la naturaleza elija, las más fuertes y sanas.
    Por el ciclo extenso de la planta (150 días de la siembra a la maduración, aprox.), es necesario sembrarla temprano, pero siempre evitando el clima frío ya que es muy sensible al mismo (no resiste heladas). Es una planta de clima tropical/subtropical, por lo tanto una buena temperatura constante es indispensable para su cultivo. En mi caso, vivo en una región (Tres Arroyos, Buenos Aires, Argentina) de clima templado con un poco de influencia oceánica, y con mucho riesgo de heladas tardías (10 de noviembre) o tempranas (marzo) lo que perjudica notablemente el cultivo. Pero, este año hicimos la prueba por primera vez y estamos logrando unas cuantas calabazas de buen tamaño (todas las imágenes son de nuestros cultivos). Sólo resta ver la maduración, cómo se completa y luego el grosor de la madera y su calidad...vamos a ver qué pasa, pero en verdad estoy muy entusiasmado!
    Existen muchas variedades de lagenarias; si bien en nuestro país hay muy pocas, encontramos en internet unos dibujos muy interesantes, con todas las variedades más comunes y sus nombres, que si bien están en inglés, son sencillos de recordar:



    Hemos tomado prestadas las imágenes de la web, espero no tengan derechos, sino vamos muertos, jajaa! Realmente como vemos, hay muchísimas formas, algunas muy graciosas, y todas se prestan para innumerables usos. Veamos algunas de las cosas que se pueden hacer con ellas:
Recipientes
Instrumentos musicales
Mate
Nidos para aves
Lámparas

Utensilios varios
Cantimploras

miércoles, 12 de marzo de 2014

Producción de semillas de zapallo o calabaza

Zapallitos de tronco (Cucurbita maxima), maduros.
   Hoy abordaremos un tema de vital importancia entre los cultivadores de zapallos o calabazas, válido también para otro tipo de cucurbitáceas. Se trata de la producción de semillas, algo muy importante, por diversas razones. Qué logramos con esto?

  • Tener semillas siempre a mano; ya sea para nosotros o para intercambiar con otras personas.
  • Asegurarnos las variedades y la diversidad genética, ya que no todos los años encontraremos en el comercio lo que deseamos (la mayoría de la semilla es importada, aunque se fraccionan y envasan acá).
  • Producir nuestra propia línea genética, adaptada a  nuestra región, clima, etc. que convertirá a nuestras futuras plantas en más rústicas, productivas y sanas.
  • Permitir lograr nuevas variedades mediante hibridaciones o asegurarnos especies puras, conociendo siempre lo que estamos sembrando.
  • Ahorrarnos un gasto generalmente innecesario...
   Describiremos a continuación los pasos básicos a seguir para producir nuestras propias semillas:

  • Primero elegiremos, de entre toda nuestra producción, las mejores plantas, las más sanas y productivas, las más precoces. De ellas, elegiremos los mejores frutos, de forma pareja, buen tamaño, color y que representen fielmente a la variedad cultivada. Los marcamos, por ejemplo, con una banderita, o una varilla clavada en la tierra, o un precinto en el cabito del zapallo. Tengamos en cuenta, que si no hacemos polinización manual, se pueden producir hibridaciones o cruzas con otras variedades cultivadas. Por citar un ejemplo, el zapallito de tronco puede cruzarse con el criollo plomo. Un truco sencillo es no superponer las floraciones de ambos. Generalmente el zapallito de tronco es precoz (si fue sembrado a tiempo) y florece temprano, cuando los criollos aún no florecen, evitando así hibridaciones.
  • A dichos frutos elegidos, los dejamos en la planta, que crezcan, maduren hasta que tomen el color característico y el pedúnculo o cabito presente un color marrón o amarillento, lo que nos dice que ya está bien maduro y lo podemos cortar, con cuidado, dejando un pequeño trozo del cabito junto al zapallo o calabaza. Éste es como un tapón, que nos asegura su conservación por mucho tiempo (si lo cortamos al ras se pudre pronto) y la correcta maduración de la semilla.
  • Cuando dicho zapallo, haya estado un buen tiempo almacenado, siempre en un lugar fresco y seco, y antes que comience a pudrirse, lo abriremos y procederemos a extraer toda la semilla de su interior.
  • Luego, lavaremos la semilla con cuidado, para quitar la pulpa que pueda tener adherida, y lo más escurrida posible la colocamos sobre hojas de papel de diario (es lo que uso yo, pero pueden probar con otras técnicas) las que cambiaremos dos o tres veces, ya que son muy absorbentes. Todos los días, moveremos las semillas un par de veces de su sitio, porque suelen pegarse a la hoja de papel, lo que luego dificultaría nuestra labor.
  • En dicho proceso, aprovecharemos para ir descartando todas las semillas vanas o vacías, las deformes y cualquier otra que no nos convenza. 
  • Una vez bien seca la semilla, la almacenaremos en recipientes como frascos o sobres, bolsitas o lo que creamos conveniente, pero siempre con la semilla bien seca, ya que de lo contrario se pueden producir hongos o moho, echando a perder nuestra producción. En dicho envase haremos las inscripciones que creamos necesarias: especie y variedad, fecha, peso del fruto y cualquier otro dato que veamos interesante.
  • Ya tenemos así, disponible nuestra producción de semillas, que si lo deseamos, puede concluir en una prueba de germinación para comprobar su calidad y viabilidad. Yo utilizo un taper semicerrado, con una cama de papel tipo tissue bien húmedo en donde coloco las semillas. Dicho recipiente debe permanecer en un ambiente de temperatura templada constante (más de 17°C). En pocos días, deberíamos ver las semillas germinando.
Texto y fotografías: David Schering.
Permitida la reproducción citando la fuente.